YO NO ME HARÍA LA KERATINA
Nota introductoria: Si va a leer esto y ya se hizo la keratina, recuerde por lo menos éste de los cuatro acuerdos toltecas: “No te tomes nada personalmente”. Eran las 3:30 a.m.. Da piedra despertarse a esa hora y no quedarse dormido de nuevo, ¿no le ha pasado? ¡Ay! A mi me pasa a cada rato… En todo caso me extrañó despertar y sentirme descansada. Prendí la luz y me miré al espejo: una cara desteñida con un par de cachetes colorados (como siempre) y detrás un enredo de crespos sin forma que solo querían decir una cosa: dormí como un bebé. Automáticamente me sentí mejor, porque de una u otra manera, concientemente entendía que había descansado, así que me pregunté ¿Qué pasaría si esos “jediondos” crespos enredados no estuvieran ahí para avisarme si dormí o no? Si me hiciera la keratina, siempre me quedaría la duda… Entonces decidí que no me la voy a hacer. Habiendo tomado esa decisión tan trascendental en mi vida esta mañana, sentí que debía pensar en más fundamentos para respaldarme...