QUE CELOSA ESTOY

Ya son como 15 años en esto de las relaciones amorosas (siempre tan inestable y dinámico), y dentro de las muchas variables a tener en cuenta en este tema uno son los celos, y yo personalmente creo que no he sido así como muy celosa (reitero: eso creo yo).

Creo, o sea: ¡CREO! que quien salga conmigo puede hablar tranquilamente sentado en mi mesa con sus amigos de lo buenas que están las viejas del lado, de lo inteligente y bacana que era su compañera de trabajo, y hasta de lo sexy que le resultó a alguno su jefe directa (bueno, no tan así, sabrán que yo siempre exagero un poco, ¿no?). Eso lo considero una virtud (aunque para algunas significa que me dejo ver la cara) y además me gusta opinar objetivamente sobre el particular, y ser capaz de reconocer la belleza ajena y de admirarla (aunque si tiene algún defecto ¡que se tenga!).

Llevaba como un mes saliendo con alguien (o ¿dos? en fin, eso no es importante ya…) y él me advierte que por favor confíe, porque le parezco una mujer CELOSAAAAAAAAA………… Me preguntaba constantemente: pero de por dios, ¿qué fue lo que hice para merecer esto? ¿Será que le miré mal a la mejor amiga? O… ¿Será de pronto que pelé el cobre rajando de la ex-novia? Uno no sabe en qué momento la embarra, todo es posible en la viña del señor…

Lo confieso: quedé A – NO – NA – DA – DA. Me parecía que llevaba 15 años engañada, o que en 15 años todavía no había aprendido a seleccionar correctamente a un ejemplar que por lo menos se diera la pela por conocerme bien o por no hacer juicios de valor anticipados sobre su nueva chica. Sea cualquiera de las dos igual estaba frita.

Esta idea queda rondando en mi cabeza y me surge una duda: ¿qué es ser celoso? He vivido todos estos años pensando que una persona celosa es esa que no está segura de que su pareja quiera estar con ella. Mírelo desde donde lo quiera ver: ahí hay un claro antecedente de inseguridad, y por eso el celoso es celoso con todas sus parejas y no solo con lo mejorcito que consigue: en todas las personas del genero del gusto de su compañer@ ve una posible amenaza que descontrola su cerebro y en el mejor de los casos termina en peleita casera.

Y si uno se pone práctico, pues ¿pa’que los celos? Como que no tienen sentido, porque siempre lo llevan a uno a otras cosas desagradables: se vuelve uno el amargadín de la fiesta. Y si termino saliendo con un chico de la vida alegre, así lo cele o no, él seguirá siendo el mismo… ¿no? Y lo mismo pasará si salgo con el fiel ideal. ¡Es más! Yo creería que la inseguridad humana se acentuará de forma directamente proporcional al grado de bondad de quien tengamos al lado. ¿Tengo o no tengo razón? Hay cosas que ni qué…

Nota al pie: en la Internet me encuentro con que el significado de celoso es la “sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada nos reste atención en favor de otra” (las negrillas son nuestras).

Hechas estas aclaraciones, me parece que lo grave de los celos no son ellos en esencia porque todos dudamos de los sentimientos de los demás así sea por fugaces momentos, todos tenemos sospechas e inquietudes, y pues lógicamente que es con el paso del tiempo que uno se da cuenta de lo que de verdad el otro siente por uno. Creo que la complicación está realmente en su causa (un antecedente claro de la inseguridad que mencionábamos y baja autoestima) y sus degradantes consecuencias (como que el escenario menos “pior” sea esa peleita casera, y en general termine en lágrimas de cocodrilo).

Entonces parece ser que no resulto tan equivocada, y sigo creyendo que no soy celosa: vamos en el carro. Con un amigo de él. Hacia la casa de otro amigo. Somos siete: seis hombres y yo. Vamos a salir probablemente a bailar un rato. De pronto mi chico le dice al que va atrás: “recojamos a María y la dejamos de una vez en la casa, y de ahí salimos…” En ese momento pensé que si salíamos además con otra chica podría suceder el milagro de que nos lleváramos bien y tendría con quien ir al baño, o sino, tendría a quien mirar mal mientras le pregunto la historia de su vida. No tendría que escuchar toda la noche conversaciones sobre fútbol y lucha libre… Entonces iba a gritar: ¡NO! ¡NO LA DEJES EN LA CASA! ¡Dile que salga con nosotros! Pero primero había que hacer la pregunta más lógica y de hecho fue espontánea: “y ¿quien es María?” Inmediatamente soltó la carcajada y comenzó a hacer comentarios de la clase de: “¡se despertó la fiera!”, “¡uy, pero tan celosita…!”, en fin… y me encuentro con la sorpresa de que la tal María era su nintendo (lo peor es que en alguna oportunidad él ya me lo había dicho, pero repito: me enceguecí por la ilusión).

Me quedé fría, y no solamente por la etiqueta que me dio de celosa, porque ya había visto atisbos en él sobre su particular opinión de mis preguntas directas, sino que tuve que dar muerte a mi esperanza de dejar de ser la única representante del género en medio de la jauría de chihuahuas…

Sigo pensando igual: sé lo que tengo, y sé también que si alguien llega a inmiscuirse entre mi chico y yo y él lo permite (porque la idea es conservar a ese que no lo permite), sin necesidad de pelea casera se lo dejo a María, estoy muy vieja para esos trotes. Entonces María logra lo que quiere, él se va feliz porque no vale la pena estar con una mujer que no pelee por él, y yo me deshago del chihuahua: ¡TODOS GANAMOS! Que celosa estoy.

POR: AVENTURERA

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