SI EL EJEMPLO ES EL MÉTODO...
Hace un tiempo encendí la radio y recibí algunas noticias referidas a las estadísticas del DANE: pues imagínense que las mujeres trabajamos 10.8 horas a la semana más que los hombres, y además estamos dispuestas a hacer las tareas no remuneradas, cosa que ellos no, y a ver: ¿cómo porqué? ¿o qué? Creo que posiblemente la respuesta está en analizar que parte de eso desarrolló la sociedad por instinto, y que parte ha sido terreno ganado y perdido por parte de ambos géneros.
Porque es que si uno manda al marido a hacer mercado, es posible que se gaste toda la quincena en dulces, o puede suceder también que llegue con el detergente marca pajarito para economizar… en fin, son muchas las posibilidades. Podríamos pasarnos la vida entera culpándonos entre géneros, porque es que usted no es capaz de hacer el mercado, pero yo tampoco confío en si usted lo hace, pero es que yo no le dije que es lo que tiene que comprar, pero es que si le digo igual me trae otra cosa… ayayayayyy… pelea casera.
Y hay otras cositas hasta más relevantes que el mercado, como por ejemplo los hijos: si los deja solos con el papá el fin de semana, cuando vuelva por favor no pregunte que comieron (no hubo frutas ni verduras en el menú, téngalo por seguro) y tampoco pregunte si hicieron tareas, más bien organice a toda la familia para comenzar la labor el domingo a las siete de la noche. Y aunque “un conocido” me diga sufrida y quejumbrosa, sí: es el colmo que los hombres no sean capaces de hacer cosas que nosotras sí. Pero también es cierto que en la casa no les enseñaron. Y nosotras ya no estamos dispuestas a hacer la tarea que los papás de ellos no hicieron.
Y pues nada, uno tiene que mirar a ver cómo es que cambia este tipo de paradigmas, y yo creo que ya, esta generación tan averiada, lo mejor que puede hacer es cambiar la dirección de la crianza de los hijos propios.
Y entonces como le hago, porque queda la opción de moldearles el intelecto a los chiquillos, pero es que no es fácil: Mis padres lo intentaron conmigo, me educaron con algunas ambiciones (lo que pasa es que ahora en mi adultez se desviven por demostrarme lo fácil que es apagarlas). Mis padres libraron mil batallas para enseñarme lo independiente que podía ser en un planeta en el que si te descuidas te comen viva, me enseñaron a pensar, a cuestionarme, a reflexionar (a quejarme también).
Ahora que soy una mujer “adulta” ellos me aconsejan ejercer mi papel de la maternidad a un punto tan drástico que no me permita dedicarme a ejercer ningún otro papel. Ellos siempre quieren lo mejor para uno, y hoy por hoy también lo mejor para sus nietos. Para lograr eso me han puesto en una contradicción. Así que su técnica resultó tener serías fallas e inconsistencias! Pero es un comienzo, hay que mejorarla y usarla, por supuesto.
Yo les cuento que a lo que no estoy dispuesta es a vivir la maternidad desde ese punto en donde las mujeres hacemos todo por nuestros hijos, y el padre mientras tanto no sacrifica ninguno de los aspectos de su vida para que ellos salgan adelante (ni siquiera 10 minutos de rasquin ball para que a uno no se le queme la comida). Y pasa en algunas casas que los hijos están viendo todos los días como su madre se queda en muchos sentidos: profesional, emocional, sexual, intelectualmente (y quien sabe cuántas cosas mas) en los mejores años de su vida para dedicarse a ellos… porque su instinto es más fuerte que ella misma.
Si el ejemplo es el método, muchos podrían estar en el camino equivocado. Lo que quiero decir, es que si a hoy he sacrificado todo lo que he sacrificado por mi hija y la maternidad tiene ese significado para mí, no es porque nosotras no tengamos derecho a tomar el sartén por el mango, sino únicamente porque en este momento ella necesita que prevalezca mi instinto sobre mi mixta idiosincrasia llena de ingredientes de tantos mundos, y estoy orgullosa de ello, pero no por eso he dejado de querer demostrarle que la maternidad es una convicción y no un sacrificio, y que en las manos de los que lo entendemos está cambiar para que LA PATERNIDAD SIGNIFIQUE LO MISMO, de manera que madre y padre puedan progresar sin necesidad de sacrificarse, ni odiarse.
POR: AVENTURERA
Porque es que si uno manda al marido a hacer mercado, es posible que se gaste toda la quincena en dulces, o puede suceder también que llegue con el detergente marca pajarito para economizar… en fin, son muchas las posibilidades. Podríamos pasarnos la vida entera culpándonos entre géneros, porque es que usted no es capaz de hacer el mercado, pero yo tampoco confío en si usted lo hace, pero es que yo no le dije que es lo que tiene que comprar, pero es que si le digo igual me trae otra cosa… ayayayayyy… pelea casera.
Y hay otras cositas hasta más relevantes que el mercado, como por ejemplo los hijos: si los deja solos con el papá el fin de semana, cuando vuelva por favor no pregunte que comieron (no hubo frutas ni verduras en el menú, téngalo por seguro) y tampoco pregunte si hicieron tareas, más bien organice a toda la familia para comenzar la labor el domingo a las siete de la noche. Y aunque “un conocido” me diga sufrida y quejumbrosa, sí: es el colmo que los hombres no sean capaces de hacer cosas que nosotras sí. Pero también es cierto que en la casa no les enseñaron. Y nosotras ya no estamos dispuestas a hacer la tarea que los papás de ellos no hicieron.
Y pues nada, uno tiene que mirar a ver cómo es que cambia este tipo de paradigmas, y yo creo que ya, esta generación tan averiada, lo mejor que puede hacer es cambiar la dirección de la crianza de los hijos propios.
Y entonces como le hago, porque queda la opción de moldearles el intelecto a los chiquillos, pero es que no es fácil: Mis padres lo intentaron conmigo, me educaron con algunas ambiciones (lo que pasa es que ahora en mi adultez se desviven por demostrarme lo fácil que es apagarlas). Mis padres libraron mil batallas para enseñarme lo independiente que podía ser en un planeta en el que si te descuidas te comen viva, me enseñaron a pensar, a cuestionarme, a reflexionar (a quejarme también).
Ahora que soy una mujer “adulta” ellos me aconsejan ejercer mi papel de la maternidad a un punto tan drástico que no me permita dedicarme a ejercer ningún otro papel. Ellos siempre quieren lo mejor para uno, y hoy por hoy también lo mejor para sus nietos. Para lograr eso me han puesto en una contradicción. Así que su técnica resultó tener serías fallas e inconsistencias! Pero es un comienzo, hay que mejorarla y usarla, por supuesto.
Yo les cuento que a lo que no estoy dispuesta es a vivir la maternidad desde ese punto en donde las mujeres hacemos todo por nuestros hijos, y el padre mientras tanto no sacrifica ninguno de los aspectos de su vida para que ellos salgan adelante (ni siquiera 10 minutos de rasquin ball para que a uno no se le queme la comida). Y pasa en algunas casas que los hijos están viendo todos los días como su madre se queda en muchos sentidos: profesional, emocional, sexual, intelectualmente (y quien sabe cuántas cosas mas) en los mejores años de su vida para dedicarse a ellos… porque su instinto es más fuerte que ella misma.
Si el ejemplo es el método, muchos podrían estar en el camino equivocado. Lo que quiero decir, es que si a hoy he sacrificado todo lo que he sacrificado por mi hija y la maternidad tiene ese significado para mí, no es porque nosotras no tengamos derecho a tomar el sartén por el mango, sino únicamente porque en este momento ella necesita que prevalezca mi instinto sobre mi mixta idiosincrasia llena de ingredientes de tantos mundos, y estoy orgullosa de ello, pero no por eso he dejado de querer demostrarle que la maternidad es una convicción y no un sacrificio, y que en las manos de los que lo entendemos está cambiar para que LA PATERNIDAD SIGNIFIQUE LO MISMO, de manera que madre y padre puedan progresar sin necesidad de sacrificarse, ni odiarse.
POR: AVENTURERA
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