YO DIGO QUE LAS AMIGAS DE LOS AMIGOS NO EXISTEN

Hay muchas razones por las que las mujeres llegamos a tener un “amigo”, pero hay 2 razones en especial que se han convertido en un patrón constante en mi caso:
Numerouno: me gusta (es la más común).
Numerodos: le gusto (y caigo redonda en el jueguito de la inflada del ego y salirse de ahí tiene implicaciones crueles).

Me valgo de la razón “Numerouno”, cuando sé que le gusto al tipo, pero hay algún motivo que le impide acercarse demasiado a mí, como por ejemplo: tiene novia, trabajamos juntos, acaba de salir de una relación tormentosa, soy la ex de su mejor amigo, entre otros. En este caso mi técnica es prácticamente infalible, porque gracias a una madre psicóloga y un padre dedicado al estudio empírico de la psiquiatría, me las doy de terapeuta, le trabajo al man la tarita, y por mal que me vaya al final esta seguro y me ha confesado que le gusto. En caso de no quererlo para casarme (recordemos que las mujeres también tenemos derecho a no quererlo para casarnos: http://www.crc-aventurera.blogspot.com/2011/12/el-quid-de-las-lobas-y-los-lobos.html) esa declaración es suficiente para mí: mi tarea ha culminado, aunque si hay una perspectiva un poco mas tangible en el camino, sería de lujo (Miam! Tangible…). No voy a analizar la situación de quererlo para casarme, porque no me fijaría en un tipo con semejantes impedimentos para esos fines.

Cuando la razón es la “Numerodos” se supone que yo soy la víctima de la aplicación de la técnica, y la perspectiva cambia, por supuesto, porque resulta que le digo a esta persona: “oye, es que tengo novio”, “mira, yo no me involucro con compañeros de trabajo”, “estoy en una tusa que ni te imaginas, meterse conmigo en este momento es engalletarse!”, “!Oye! ¡Qué te pasa! ¿Te enloqueciste? ¡Eres el ex de mi mejor amiga!”. Y la verdadera razón por la que se lo digo es porque el tipo no me gusta ni cinco! Por el contrario, cuando el amigo si me gusta, y se ha hecho mi amigo en vez de invitarme a salir porque nos encontramos en alguna de estas circunstancias, se le da un manejo a la información muy diferente, muchacho@s:

1. En vez de decir “oye, es que tengo novio”, uno aprovecha cualquier chistecito para decirle: “ay, fresco, mi novio no es celoso…” (guisa pero digna), o la más patética: “estamos tan mal… yo creo que ya esa relación no da para más”.
2. Uno no dice “mira, yo no me involucro con compañeros de trabajo”, sino que comenta casualmente: “¿sabes que nunca me he involucrado con alguien de la oficina (si, como no…)? ¿Cómo será eso?”.
3. “Estoy en una tusa que ni te imaginas, meterse conmigo en este momento es engalletarse!” es una frase reemplazada por: “ya no quiero nada con ese desgraciado. En este momento necesito a alguien que realmente me valore”.
4. Uno no expresa una realidad como “!Oye! ¡Qué te pasa! ¿Te enloqueciste? ¡Eres el ex de mi mejor amiga!”, sino que disfraza los acontecimientos: “menos mal que ya terminaste con ella, porque sino, sería incapaz de hacerle esto”.

Entonces cuando una mujer expresa las trabas para meterse con alguien de una manera muy genuina, no sean inocentes, caballeros… es porque NO NOS GUSTAN y se quedarán de amigos eternamente si les va bien, por que si insisten desaforadamente en hacer que nos gusten, caerán en un patético papel de víctimas del matoneo femenino. Serán el tema de conversación de nosotras y no por lo lindos que nos parecen, sino para que podamos definir cómo hacemos para zafarlos sin hacerlos sentir mal, cómo hacerles entender que estamos fuera de su alcance sin necesidad de prácticamente cachetearlos.

Ahora, soy conciente de que si un hombre ha llegado al punto de insistir intensamente en echarle a uno los perros a través de una amistad, es porque uno no le ha puesto el “tatequieto” tan claro como se esperaría, y eso ha sucedido porque, debemos admitirlo, nos fascina que anden detrás de nosotras, que nos digan lo lindas que somos, que halaguen nuestra integridad (porque como no les hemos dado ni un piquito ellos nos dan la virtud de la integridad), y entonces les sonreímos y hacemos ojitos cada vez que suben nuestra autoestima, pero ojo muchachos! Si nosotras hemos pronunciado alguna de las frases arriba enunciadas, les recuerdo que están perdiendo su tiempo, que los estamos usando para inflar nuestro ego (y si no tenemos ingresos fijos, muy seguramente algunas los estarán usando para algo mas), y no es que nos estemos tomando nuestro tiempo, ni haciéndonos las difíciles para mantenerles despierto el interés y demostrarles nuestra “integridad femenina”. Les aconsejo que sean más inteligentes y se comporten como verdaderos amigos: lo llaman a uno cuando lo necesitan, aparecen cuando uno de verdad los necesita (y no para llevarle un botiquín completo cada vez que uno estornuda), desaparecen porque no nos necesitan, y sobre todo, no andan dando “piquitos andeniados” cada vez que se emborrachan. Si se comportan de esta forma, llega un momento en el que dejan de servirnos para inflar nuestro ego y las posibilidades se abren en dos caminos: o aprovechamos el papayaso para deshacernos del encarte, cosa que el implicado agradecerá porque nadie le sembrará mas falsas ilusiones y quedará libre para encontrar su verdadero amor, o entendemos que no lo necesitamos solo para inflar el ego sino que empieza a despertarnos nuevas curiosidades, y a la primera oportunidad que surja después de un tiempo, el macho obtendrá finalmente lo que tanto ha buscado.

Ahora, a manera de pie de página: si el macho tuvo toda la paciencia para esperarla comportándose realmente como un amigo, ojo: es porque la chica no le gusta tanto, hay que hilar ahí muy delgado chiquillas.

La cosa es que todo esto surge porque en mi listado de amigas hay un número plural de nombres que han estado ahí durante décadas, también hay nombres relativamente nuevos que estoy segura de que permanecerán. Pero mi listado de amigos se reduce a UNO (1), si: uno!. Y cuando aumenta a dos o más, solo es por unos meses (a veces días) y se reduce nuevamente (o me gustaba, o le gustaba y hoy o es mi novio o mi ex… pero ya no mi amigo, en fin: ha pasado en todo caso a pertenecer a otro listado distinto).

Y ya que está tan reciente todo esto de las fiestas, se han despertado las nostalgias y las promesas, uno de mis propósitos para el 2012, antes de que se acabe el mundo, será aprender a tener amigos del género opuesto, sin tener que involucrarme con ellos, o en su defecto caer en la penosa obligación de patearles la lonchera. Si lo logro prometo contarles que ha ocurrido, y como lo hice, ya que no tengo ni la mas mínima idea de por donde empezar. Si alguno de ustedes tiene un buen consejo, es bienvenido (pero en serio, que sea bueno).

POR: AVENTURERA

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