NO TENGO NADA QUE DECIR
A la hora de escribir, las inconformidades, los dolores, las quejas, los reclamos, etc., son inmensamente inspiradores. Y de pronto llega este nefasto día en que todo está tan bien, y no pasan cositas maluquitas en la vida que me conminen a expresarme. Y no me malentiendan, no crean que soy desagradecida, con “nefasto” me refiero solo a la falta de inspiración. Porque por lo demás, soy feliz como una perdiz, y es difícil sacarme de ese estado. Para escribir uno tiene que querer enviar un mensaje que no ha podido expresar por otro medio. Para escribir no basta con tener una idea, sino que además de moldearla entre los dedos durante semanas, debe llegar un día en que existe cierto nivel de claridad y luminosidad sobre ella para poder manifestarla idóneamente. De lo contrario nos desorientamos. Y en todo caso, eso no garantiza que salga con toda la claridad que uno espera, ni que la gente la entienda como uno cree que la escribió. Hay que enfrentar también el hecho de que el estilo es a...