A PUNTO DE CASARME POR “LO QUE MÁS” ME DI CUENTA DE QUE NO DEBÍA POR “LO DE MENOS”
Pasa que cuando las cosas funcionan medianamente bien se encuentra uno el domingo en la mañana entre las sábanas buscando nombre para hijos que no existen, y por lo menos uno de los dos cree erradamente que podrán casarse y vivir del aire. Y paralelo a eso está la realidad.
LO QUE MÁS
Fueron casi tres años juntos, y hasta de pronto el tiempo que llevábamos juntos era lo de menos. Lo que más importaba era que creíamos que estaríamos así eternamente porque nos amábamos y en cada rincón se evidenciaban señales de que debíamos estar el uno al lado del otro.
Desde que comenzamos, en el ambiente se respiraba amor, teníamos mil cosas en común, todo eran sonrisas y fiestas (y sexo también, pero no le cuenten a nadie que en mi familia creen que soy virgen). Y aunque había ciertos detalles que no encajaban del todo, “lo que más” pesaba era mucho más.
¿Y qué era eso que más pesaba? Pues en realidad era que nos habíamos enamorado, que aceptábamos rezagos que cada uno traía de su pasado sin reproches de ningún tipo (eso al principio, porque después todo lo que dije fue usado en mi contra), que nos aceptábamos tal y como éramos (eso cree uno, hasta que le piden que cambie), que no queríamos estar con nadie mas (por lo menos públicamente… por lo menos yo… ¡OUH!).
LO DE MENOS
Entre esos detalles que no encajaban, o sea, “lo de menos”, es que me hizo sentir muchas veces culpable por tener un pasado (del cual yo me enorgullezco), y creo que lo hacía para justificar el hecho de que él, que no tenía pasado, quisiera construirlo: entonces gustaba de coquetear con sus compañeras de la oficina al punto de buscar quehaceres en común para justificar el tener contacto permanente con chicas lindas de otras áreas de la empresa (que aquí entre nos a veces no eran tan lindas... ni tan chicas).
Eso me ponía furiosa. Después me desilusionaba. Luego me entristecía. Al final me bajaba la autoestima. Y cuando estaba en esta última etapa llegaba él a decirme que nadie mas me iba a amar como él me amaba, que nadie mas me aceptaría tal cual como soy, que fuera lo que fuera, siempre sería yo la dueña de su corazón y el amor de su vida. Y al principio yo escuchaba un discurso hermoso, y realmente llegué a creer que nadie más me amaría como él. ¡PATRAÑAS! ¡Manipulador! ¡Desgraciado manipulador! Entonces yo me dejaba convencer porque este discurso que yo creía hermoso, me elevaba un poco la autoestima que era mi talón de aquiles en ese momento en el que él decidía venir a pedirme perdón.
Una vez vino con el rabo entre las piernas y un anillo en el bolsillo, y yo lo acepté. ¿Por qué? Me imagino que porque me tenía convencida de que sin él me moría.
Mi vida se convirtió en un drama. Me volví débil, triste, llorona, engordé, y comencé a tomar esa actitud que detesto de mis congéneres como de… ¿víctima? ¿Si me entienden? Me convertí en ese tipo de mujer que me da pesar, y de la que no sería amiga nunca, aunque de pronto un viernes en un bar me encuentre consolándola.
EL DESPERTAR
Una noche salí a tomar cerveza con dos amigos de mi alma, y me desahogué como nunca. Fue como salir del fondo del agua y respirar otra vez. No dijeron mucho, mas bien me escucharon y preguntaron bastante, me llevaron a sacar mis propias conclusiones: debía reflexionar a cerca de si me casaba en tres meses, o en un año, cuando él cambiara.
JAJAJA. Lo sé: la conclusión no era la esperada, pero ya era un avance. Porque realmente estaba enceguecida. El que es no deja de ser, y éste amado mío no cambiaría nunca jamás.
El caso es que la conversación fue el comienzo de ese algo que hizo como un clic en mí, y de pronto me encontré con unos pantalones bien puestos y el cinturón ajustado exactamente a la medida, diciéndole que esto ya no iba más. Ya no iba más compromiso, ya no iba más noviazgo, ya no iba más llanto, ya no más drama, ya no más baja autoestima, ya no más de tus frasecillas espeluznantes en las que tratabas de convencerme de que eras la víctima y no el victimario martillándome el cerebro en las noches mientras trataba de dormir.
FUE SUFICIENTE
Reitero: yo me había enamorado, y no fue fácil. Él me buscaba, yo caía. Yo lo llamaba, y él venía en mi auxilio. Yo creo que en medio de todo, hasta me quería… jejeje. Pero a pesar de todo eso, llegó un momento en que pesó más “lo de menos”. Él mismo, por creer ese cuento adolescente de (aquí ponga voz de rolo de dieciséis por favor) “péguele y verá que se enamora”, puso a dieta lo que realmente pesaba hasta que ya no pesaba un carajo.
Al final nadie podía sacarme de ahí, sino yo. Entonces me decidí, y me dolía en el alma, pero pues nada, había que poner los puntos sobre las íes, aprovechar que tenía dos litros de cerveza en la cabeza que me daban las agallas que necesitaba para tomar esa drástica decisión.
Después vino la tuza. Días difíciles. La gente me veía en la mala y me preguntaba: “¿y no tienen opciones de volver?” Y yo respondía casi gritando enfurecida: “¡No jodás! ¿Pero no escuchaste todo lo que te acabo de contar? ¿Cómo puedes si quiera insinuarme que volvamos? ¿No te parece que he tenido suficiente?”.
No se cuanto debe durar una relación destructiva de estas para entender que hay que dejarla. Pero ese día en que la dejemos tiene que llegar. No hay tiempos dichos para llegar a saber que hay miles que pueden amarlo a uno así y mucho más, y más limpiamente, sobre todo. En todo caso que si nadie se enamorara de mí, es mejor estar sola que con alguien que derrumba lo poco que construyo, y más en estos tiempos en que construir corazón y vida ha pasado a segundo plano.
Y, sinceramente, tratando de construir capital, no puede uno andar por ahí gastándose la plata en matrimonios como si fueran de “Barbie” y a la hora de la verdad son como “La Guerra de los Roses – Los orígenes del mal”.
Lloré meses. Adelgacé montones. Me salieron más canas y más arrugas. Gasté mucho, pero mucho tiempo tratando de recuperar a la que soy. Y bueno… gasté mucha plata en vino.
POR: AVENTURERA
LO QUE MÁS
Fueron casi tres años juntos, y hasta de pronto el tiempo que llevábamos juntos era lo de menos. Lo que más importaba era que creíamos que estaríamos así eternamente porque nos amábamos y en cada rincón se evidenciaban señales de que debíamos estar el uno al lado del otro.
Desde que comenzamos, en el ambiente se respiraba amor, teníamos mil cosas en común, todo eran sonrisas y fiestas (y sexo también, pero no le cuenten a nadie que en mi familia creen que soy virgen). Y aunque había ciertos detalles que no encajaban del todo, “lo que más” pesaba era mucho más.
¿Y qué era eso que más pesaba? Pues en realidad era que nos habíamos enamorado, que aceptábamos rezagos que cada uno traía de su pasado sin reproches de ningún tipo (eso al principio, porque después todo lo que dije fue usado en mi contra), que nos aceptábamos tal y como éramos (eso cree uno, hasta que le piden que cambie), que no queríamos estar con nadie mas (por lo menos públicamente… por lo menos yo… ¡OUH!).
LO DE MENOS
Entre esos detalles que no encajaban, o sea, “lo de menos”, es que me hizo sentir muchas veces culpable por tener un pasado (del cual yo me enorgullezco), y creo que lo hacía para justificar el hecho de que él, que no tenía pasado, quisiera construirlo: entonces gustaba de coquetear con sus compañeras de la oficina al punto de buscar quehaceres en común para justificar el tener contacto permanente con chicas lindas de otras áreas de la empresa (que aquí entre nos a veces no eran tan lindas... ni tan chicas).
Eso me ponía furiosa. Después me desilusionaba. Luego me entristecía. Al final me bajaba la autoestima. Y cuando estaba en esta última etapa llegaba él a decirme que nadie mas me iba a amar como él me amaba, que nadie mas me aceptaría tal cual como soy, que fuera lo que fuera, siempre sería yo la dueña de su corazón y el amor de su vida. Y al principio yo escuchaba un discurso hermoso, y realmente llegué a creer que nadie más me amaría como él. ¡PATRAÑAS! ¡Manipulador! ¡Desgraciado manipulador! Entonces yo me dejaba convencer porque este discurso que yo creía hermoso, me elevaba un poco la autoestima que era mi talón de aquiles en ese momento en el que él decidía venir a pedirme perdón.
Una vez vino con el rabo entre las piernas y un anillo en el bolsillo, y yo lo acepté. ¿Por qué? Me imagino que porque me tenía convencida de que sin él me moría.
Mi vida se convirtió en un drama. Me volví débil, triste, llorona, engordé, y comencé a tomar esa actitud que detesto de mis congéneres como de… ¿víctima? ¿Si me entienden? Me convertí en ese tipo de mujer que me da pesar, y de la que no sería amiga nunca, aunque de pronto un viernes en un bar me encuentre consolándola.
EL DESPERTAR
Una noche salí a tomar cerveza con dos amigos de mi alma, y me desahogué como nunca. Fue como salir del fondo del agua y respirar otra vez. No dijeron mucho, mas bien me escucharon y preguntaron bastante, me llevaron a sacar mis propias conclusiones: debía reflexionar a cerca de si me casaba en tres meses, o en un año, cuando él cambiara.
JAJAJA. Lo sé: la conclusión no era la esperada, pero ya era un avance. Porque realmente estaba enceguecida. El que es no deja de ser, y éste amado mío no cambiaría nunca jamás.
El caso es que la conversación fue el comienzo de ese algo que hizo como un clic en mí, y de pronto me encontré con unos pantalones bien puestos y el cinturón ajustado exactamente a la medida, diciéndole que esto ya no iba más. Ya no iba más compromiso, ya no iba más noviazgo, ya no iba más llanto, ya no más drama, ya no más baja autoestima, ya no más de tus frasecillas espeluznantes en las que tratabas de convencerme de que eras la víctima y no el victimario martillándome el cerebro en las noches mientras trataba de dormir.
FUE SUFICIENTE
Reitero: yo me había enamorado, y no fue fácil. Él me buscaba, yo caía. Yo lo llamaba, y él venía en mi auxilio. Yo creo que en medio de todo, hasta me quería… jejeje. Pero a pesar de todo eso, llegó un momento en que pesó más “lo de menos”. Él mismo, por creer ese cuento adolescente de (aquí ponga voz de rolo de dieciséis por favor) “péguele y verá que se enamora”, puso a dieta lo que realmente pesaba hasta que ya no pesaba un carajo.
Al final nadie podía sacarme de ahí, sino yo. Entonces me decidí, y me dolía en el alma, pero pues nada, había que poner los puntos sobre las íes, aprovechar que tenía dos litros de cerveza en la cabeza que me daban las agallas que necesitaba para tomar esa drástica decisión.
Después vino la tuza. Días difíciles. La gente me veía en la mala y me preguntaba: “¿y no tienen opciones de volver?” Y yo respondía casi gritando enfurecida: “¡No jodás! ¿Pero no escuchaste todo lo que te acabo de contar? ¿Cómo puedes si quiera insinuarme que volvamos? ¿No te parece que he tenido suficiente?”.
No se cuanto debe durar una relación destructiva de estas para entender que hay que dejarla. Pero ese día en que la dejemos tiene que llegar. No hay tiempos dichos para llegar a saber que hay miles que pueden amarlo a uno así y mucho más, y más limpiamente, sobre todo. En todo caso que si nadie se enamorara de mí, es mejor estar sola que con alguien que derrumba lo poco que construyo, y más en estos tiempos en que construir corazón y vida ha pasado a segundo plano.
Y, sinceramente, tratando de construir capital, no puede uno andar por ahí gastándose la plata en matrimonios como si fueran de “Barbie” y a la hora de la verdad son como “La Guerra de los Roses – Los orígenes del mal”.
Lloré meses. Adelgacé montones. Me salieron más canas y más arrugas. Gasté mucho, pero mucho tiempo tratando de recuperar a la que soy. Y bueno… gasté mucha plata en vino.
POR: AVENTURERA
MMMMMM, MMMMMMM..... Moraleja? "gaste mucha plata en vino"?
ResponderEliminarCreo que cada quien escribe según sus vivencias, me caso, no me caso ups... me casé y ahora, depende del compartamiento en pareja si pierdes tu libertad o no... compartir bienes????? si me casé debo tener claro que debo compartir la mayoría de las cosas con esa persona. Ahora! somos tres como dice Franco De Vita y no solo se debe disfrutar en pareja sino en Familia, ahí es donde me pregunto ¿si aceptan el matrimonio entre sexos iguales aprobaran la adopción? aclaro no tengo nada en contra de los homosesuales, al contrario son super buenos amigos, confidenciales, pero? quiero imaginarme niña y pensar como hubiera sido mi vida si me hubieran criado dos mujeres o dos hombres como papá y mamá? cómo sería???? muchas cosas por escribir frente al tema. Chevere tu artículo carlita.
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