NO TENGO NADA QUE DECIR
A la hora de escribir, las inconformidades, los dolores, las quejas, los reclamos, etc., son inmensamente inspiradores. Y de pronto llega este nefasto día en que todo está tan bien, y no pasan cositas maluquitas en la vida que me conminen a expresarme. Y no me malentiendan, no crean que soy desagradecida, con “nefasto” me refiero solo a la falta de inspiración. Porque por lo demás, soy feliz como una perdiz, y es difícil sacarme de ese estado.
Para escribir uno tiene que querer enviar un mensaje que no ha podido expresar por otro medio. Para escribir no basta con tener una idea, sino que además de moldearla entre los dedos durante semanas, debe llegar un día en que existe cierto nivel de claridad y luminosidad sobre ella para poder manifestarla idóneamente. De lo contrario nos desorientamos. Y en todo caso, eso no garantiza que salga con toda la claridad que uno espera, ni que la gente la entienda como uno cree que la escribió. Hay que enfrentar también el hecho de que el estilo es algo tan particular, que a la mayoría de las personas que lean no va a gustarle. De otro lado es necesario tener una técnica para transmitirla: un cuento, un ensayo, un artículo… y aunque todo esto tampoco garantiza nada, yo escojo los cuentos, que salen muchas veces de algo que me ha pasado, combinado con algo que le pasó a algún amigo, y con algunos ingredientes de las curiosas situaciones de la adolescencia, que siempre hacen más ligera y divertida la lectura. Y si es necesario, hay que inventar (si puede uno inventar un cuento que justifique ocupaciones durante días en los que uno se le pierde al novio, ¿porqué no inventarse uno que de verdad no le haga daño a nadie?). Esa es la ventaja de los cuentos: puede uno dejar volar la imaginación hasta tanto la creatividad lo permita, por ejemplo, lo que acabo de escribir en el paréntesis de que me le pierdo a mi novio, no es verdad. Mi amor: en serio escribo los viernes y sábados en la noche.
Y la cosa es que no tengo nada que decir. Porque soy feliz, porque me encuentro plena y tranquila, y a hoy me importa un pepino si ustedes son felices o no. Y sobre todo, debo confesar que escribir sobre lo feliz que soy me parece cursi y hostigante, y la felicidad es mas personal que la desgracia: de la desgracia ajena eventualmente uno aprende, pero de la felicidad ajena… lo más probable es que despierte sentimientos indeseados, como la envidia por ejemplo.
Esperemos mejor que mañana algo suceda en el raciocinio de algún conocido y me lo manifieste de tal forma que despierte en mí nuevamente las ganas de querer cambiar algo en alguien, drásticamente o a gotitas, pero cambiar… a través de un mensaje escondido en un cuento ficticio sobre alguna relación amorosa que nunca tuve y que si se ve desde una perspectiva ligera, alguien podría interpretarlo como un escrito vacío que no merece ser leído por dos mil veintiún personas, pero que a muchos los hizo reír a tal punto que una chica un día se aprende un chiste y de tanto repetirlo se lo cree y se levanta convencida de que vale por el simple hecho de ser persona; un chico descubre que ninguna de las que ha pasado por la mesa de té de su mamá se lo toma en serio, así que escudriña hasta que encuentra en su cabeza algo que realmente vale; un amigo deja de amenazar a los peatones con su vehículo porque comienza a pensar en que el otro está vivo, igual que él; el objetivo de una mujer deja de ser exclusivamente un anillo de compromiso y comienza a ampliarse a otros horizontes… y así…
No todo es negativo, pero lo negativo es lo que hay que cambiar. Lo positivo lo disfruto yo solita, y O.M.G.… cómo lo estoy disfrutando. Espero que ustedes también tengan muchas cosas para disfrutar… déjenlas quietitas, a no ser que puedan mejorarlas, y dediquémonos a compartir dolencias, no para hacerles apología, sino a ver si entre todos las cambiamos.
POR: AVENTURERA
Para escribir uno tiene que querer enviar un mensaje que no ha podido expresar por otro medio. Para escribir no basta con tener una idea, sino que además de moldearla entre los dedos durante semanas, debe llegar un día en que existe cierto nivel de claridad y luminosidad sobre ella para poder manifestarla idóneamente. De lo contrario nos desorientamos. Y en todo caso, eso no garantiza que salga con toda la claridad que uno espera, ni que la gente la entienda como uno cree que la escribió. Hay que enfrentar también el hecho de que el estilo es algo tan particular, que a la mayoría de las personas que lean no va a gustarle. De otro lado es necesario tener una técnica para transmitirla: un cuento, un ensayo, un artículo… y aunque todo esto tampoco garantiza nada, yo escojo los cuentos, que salen muchas veces de algo que me ha pasado, combinado con algo que le pasó a algún amigo, y con algunos ingredientes de las curiosas situaciones de la adolescencia, que siempre hacen más ligera y divertida la lectura. Y si es necesario, hay que inventar (si puede uno inventar un cuento que justifique ocupaciones durante días en los que uno se le pierde al novio, ¿porqué no inventarse uno que de verdad no le haga daño a nadie?). Esa es la ventaja de los cuentos: puede uno dejar volar la imaginación hasta tanto la creatividad lo permita, por ejemplo, lo que acabo de escribir en el paréntesis de que me le pierdo a mi novio, no es verdad. Mi amor: en serio escribo los viernes y sábados en la noche.
Y la cosa es que no tengo nada que decir. Porque soy feliz, porque me encuentro plena y tranquila, y a hoy me importa un pepino si ustedes son felices o no. Y sobre todo, debo confesar que escribir sobre lo feliz que soy me parece cursi y hostigante, y la felicidad es mas personal que la desgracia: de la desgracia ajena eventualmente uno aprende, pero de la felicidad ajena… lo más probable es que despierte sentimientos indeseados, como la envidia por ejemplo.
Esperemos mejor que mañana algo suceda en el raciocinio de algún conocido y me lo manifieste de tal forma que despierte en mí nuevamente las ganas de querer cambiar algo en alguien, drásticamente o a gotitas, pero cambiar… a través de un mensaje escondido en un cuento ficticio sobre alguna relación amorosa que nunca tuve y que si se ve desde una perspectiva ligera, alguien podría interpretarlo como un escrito vacío que no merece ser leído por dos mil veintiún personas, pero que a muchos los hizo reír a tal punto que una chica un día se aprende un chiste y de tanto repetirlo se lo cree y se levanta convencida de que vale por el simple hecho de ser persona; un chico descubre que ninguna de las que ha pasado por la mesa de té de su mamá se lo toma en serio, así que escudriña hasta que encuentra en su cabeza algo que realmente vale; un amigo deja de amenazar a los peatones con su vehículo porque comienza a pensar en que el otro está vivo, igual que él; el objetivo de una mujer deja de ser exclusivamente un anillo de compromiso y comienza a ampliarse a otros horizontes… y así…
No todo es negativo, pero lo negativo es lo que hay que cambiar. Lo positivo lo disfruto yo solita, y O.M.G.… cómo lo estoy disfrutando. Espero que ustedes también tengan muchas cosas para disfrutar… déjenlas quietitas, a no ser que puedan mejorarlas, y dediquémonos a compartir dolencias, no para hacerles apología, sino a ver si entre todos las cambiamos.
POR: AVENTURERA
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