EL LADO VACÍO DE LA CAMA
No todas las mujeres tienen, como yo, el privilegio de ser madres solteras. Tenemos que soportar algunas recriminaciones sociales, pero la forma en la que la mayoría llevamos nuestras vidas lo vale, y hasta más. A diferencia de muchas solteras no madres, tenemos cama doble y el lado contrario al que escogemos está siempre vacío, así que nos movemos como queremos, dormimos profundamente, no peleamos con la plasta para poder cambiar las sábanas, y simplemente se trata de estar volteando permanentemente el colchón para no hacer huequito.
En todo caso, se torna difícil y peligrosa la combinación de la maternidad y la soltería, porque somos el blanco fácil y favorito de la sociedad. Somos objeto de críticas constantes por todo:
Ser soltera es normal, pero solo hasta cierta edad, así que si somos solteras y madres que sobrepasamos esa edad, culparán a la maternidad por nuestra soltería. Si nos embarazamos con ganas nos dirán irresponsables, y si lo hicimos sin ganas irresponsables será un piropo porque nos tratarán de brutas. O ¿era al revés? Qué más da… Una madre soltera no puede tener novio, sino amigo. Yo les digo sinceramente que no me acuesto con hombres que son solo mis amigos. ¿Qué clase de madre sería si lo hiciera? O bueno, la respuesta correcta es que la sociedad espera que una madre soltera trunque su sexualidad de por vida.
Pero insisto, son cosas que uno se aguanta por el beneficio de no tener que aguantarse a alguien más.
Al traste con todo. Si nos van a criticar permanentemente, pues lo correcto será que vivamos como nos de la gana. Esa es de mis ventajas favoritas de la “materno-soltería” y es que hace años me despedí del “qué dirán”.
¿Muchas comillas? Lo siento, es que este tema es tan tabú que no tiene un marco de lenguaje bien definido.
En las mañanas la casa está silenciosa. No tenemos nadie que nos retarde nuestra rutina pidiéndonos que nos quedemos un rato más en la cama. A no ser que nosotras mismas lo decidamos, caso en el que tendremos perfectamente calculadas las consecuencias.
No es chévere tener los pies fríos en la noche, y tener la certeza de que no aparecerá nadie mágicamente que los caliente, simplemente no va a pasar. Pero lo cierto es que eso significa que nadie me espera en casa en esas noches en que la maternidad me da permiso de dedicarme a mi misma, así que puedo, literalmente, hacer lo que me venga en gana.
No tengo discusiones en búsqueda de culpables porque las decisiones sobre mi vida las tomo yo solita, y si las cosas salen mal me echo una lloradita y ya está. Sin peleas paso directo a la etapa de buscar soluciones.
Y ¿a quien le miento? Cuando estoy aquí sentada en la cocina a las 10:00 p.m. con medio paquete de cigarros encima y cuatro tazas de té que provocarán que me pare diez veces en la noche a orinar, no entra nadie a irrumpir en este perfecto momento de concentración dejándome colgada de la brocha cuando tenía la frase perfecta para terminar este blog. Fácilmente terminaríamos en tremenda furrusca.
Y como estos hay mil ejemplos, que si queremos podemos invertirlos: tampoco tengo a nadie en las mañanas que se tome un café conmigo ni me desee suerte en esa reunión tan importante, ni tengo quien me de uno de esos energizantes besos de despedida con los dientes recién cepillados antes de irme a trabajar, ni quien me abrace los domingos en la mañana y me diga “que bueno es despertar en casa” y por casa se refiera a mi lado, ni quien ayude a preparar el desayuno de los niños y resolver la logística de las complicaciones de la tarde, y bueno, esos días en que me despierto hormonalmente un poco inquieta, definitivamente debo aguantarme las ganas.
Las invitaciones a los matrimonios llegan solo a mi nombre, y a diferencia de las que llegan a los hombres solteros, las de las mujeres nunca dicen “y acompañante”, lo cual nos destina generalmente a comer pavo toda la noche, mientras los hombres comentan: “a esa mejor como que no la saque ni a bailar, porque la novia me contó que es divorciada y tiene hijo!!!!!”, a parte de que lo llaman a uno a preguntarle si le escriben “señora” o “señorita” o “doña”, en fin… Una vez llegó una en la que me decían “Doctora”! Jajaja! Jajaja! Jajaja! La gente es muy charra.
Porque a la larga las ventajas no son ni prácticas ni logísticas. Son de otra índole mucho más profunda.
Les mentiría si dijera que no quiero encontrar a un compañero para mi vida, pero ser madre soltera me ha quitado el afán de ganar la guerra contra el tiempo. No tengo límites de edad ni de fertilidad ni de ninguna clase de tiempo, y soy de esas personas que creen que el tiempo es el tesoro más valioso. De hecho, mi amigo el tiempo, fue el protagonista de uno de mis blogs ( http://crc-aventurera.blogspot.com/2012/01/que-verguenza-con-marthica.html ). ¡Y YO LO TENGO TODO!
Entonces adentrándome un poco mas en mis verdaderas ventajas, si encuentro al hombre de mi vida mañana o en cinco años o a los cincuenta y tantos, desde que sea quien realmente espero, vale la pena la espera, y en todo caso habré disfrutado a plenitud las mieles de la maternidad (y qué plenitud cuando le toca a uno sólo educar, decidir, solucionar, regañar, jugar… y dejemos ahí la lista porque los aburro).
Y lo más importante consiste en que ciertamente puedo decidir si desperdicio todas esas pequeñas libertades del día a día compartiendo mi vida con alguien, o si no lo hago y sigo en mi estupenda situación sentimental de “materno-soltería”, porque tengo todo el tiempo del mundo para escoger con quien desperdiciar mi libertad, alguien que no será más ni menos que exactamente quien yo escoja por las razones que el momento de mi vida en el que me encuentre decida que debe acompañarme y yo deba acompañarle.
No espero a alguien que venga solo a llenar ese lado vacío de mi cama; espero algo hasta más simple. Porque no necesito un complemento. De hecho no necesito nada. Yo nací muy completita. Solo espero a alguien que tenga sus propios sueños y respete los míos (no que haga de ellos una mofa). Que me deje apoyarlo en la consecución de esos sueños, porque así tendrá tiempo para apoyarme en conseguir los míos, y ¿porqué no? Tener un sueño juntos, uno en común.
Entonces consecuentemente con eso no espero a alguien que me necesite, sino que me prefiera frente a todas las opciones que tiene en su vida.
Si encuentro a esa persona y le doy la espalda a lo que realmente he buscado, solo ese día dejará de ser una ventaja para mí ser una madre soltera (o divorciada, o cabeza de familia, o como me quieran decir quienes se preocupan por como me dicen).
Entonces esta noche nadie me calentará los pies y tendré nuevamente esa cosquillosa incertidumbre acerca de la suerte de mi vejez y al mismo tiempo pienso que mientras no aparezca alguien digno de ocuparlo, seguiré orgullosa de ese estirado lado derecho: el lado vacío de la cama.
POR: AVENTURERA
En todo caso, se torna difícil y peligrosa la combinación de la maternidad y la soltería, porque somos el blanco fácil y favorito de la sociedad. Somos objeto de críticas constantes por todo:
Ser soltera es normal, pero solo hasta cierta edad, así que si somos solteras y madres que sobrepasamos esa edad, culparán a la maternidad por nuestra soltería. Si nos embarazamos con ganas nos dirán irresponsables, y si lo hicimos sin ganas irresponsables será un piropo porque nos tratarán de brutas. O ¿era al revés? Qué más da… Una madre soltera no puede tener novio, sino amigo. Yo les digo sinceramente que no me acuesto con hombres que son solo mis amigos. ¿Qué clase de madre sería si lo hiciera? O bueno, la respuesta correcta es que la sociedad espera que una madre soltera trunque su sexualidad de por vida.
Pero insisto, son cosas que uno se aguanta por el beneficio de no tener que aguantarse a alguien más.
Al traste con todo. Si nos van a criticar permanentemente, pues lo correcto será que vivamos como nos de la gana. Esa es de mis ventajas favoritas de la “materno-soltería” y es que hace años me despedí del “qué dirán”.
¿Muchas comillas? Lo siento, es que este tema es tan tabú que no tiene un marco de lenguaje bien definido.
En las mañanas la casa está silenciosa. No tenemos nadie que nos retarde nuestra rutina pidiéndonos que nos quedemos un rato más en la cama. A no ser que nosotras mismas lo decidamos, caso en el que tendremos perfectamente calculadas las consecuencias.
No es chévere tener los pies fríos en la noche, y tener la certeza de que no aparecerá nadie mágicamente que los caliente, simplemente no va a pasar. Pero lo cierto es que eso significa que nadie me espera en casa en esas noches en que la maternidad me da permiso de dedicarme a mi misma, así que puedo, literalmente, hacer lo que me venga en gana.
No tengo discusiones en búsqueda de culpables porque las decisiones sobre mi vida las tomo yo solita, y si las cosas salen mal me echo una lloradita y ya está. Sin peleas paso directo a la etapa de buscar soluciones.
Y ¿a quien le miento? Cuando estoy aquí sentada en la cocina a las 10:00 p.m. con medio paquete de cigarros encima y cuatro tazas de té que provocarán que me pare diez veces en la noche a orinar, no entra nadie a irrumpir en este perfecto momento de concentración dejándome colgada de la brocha cuando tenía la frase perfecta para terminar este blog. Fácilmente terminaríamos en tremenda furrusca.
Y como estos hay mil ejemplos, que si queremos podemos invertirlos: tampoco tengo a nadie en las mañanas que se tome un café conmigo ni me desee suerte en esa reunión tan importante, ni tengo quien me de uno de esos energizantes besos de despedida con los dientes recién cepillados antes de irme a trabajar, ni quien me abrace los domingos en la mañana y me diga “que bueno es despertar en casa” y por casa se refiera a mi lado, ni quien ayude a preparar el desayuno de los niños y resolver la logística de las complicaciones de la tarde, y bueno, esos días en que me despierto hormonalmente un poco inquieta, definitivamente debo aguantarme las ganas.
Las invitaciones a los matrimonios llegan solo a mi nombre, y a diferencia de las que llegan a los hombres solteros, las de las mujeres nunca dicen “y acompañante”, lo cual nos destina generalmente a comer pavo toda la noche, mientras los hombres comentan: “a esa mejor como que no la saque ni a bailar, porque la novia me contó que es divorciada y tiene hijo!!!!!”, a parte de que lo llaman a uno a preguntarle si le escriben “señora” o “señorita” o “doña”, en fin… Una vez llegó una en la que me decían “Doctora”! Jajaja! Jajaja! Jajaja! La gente es muy charra.
Porque a la larga las ventajas no son ni prácticas ni logísticas. Son de otra índole mucho más profunda.
Les mentiría si dijera que no quiero encontrar a un compañero para mi vida, pero ser madre soltera me ha quitado el afán de ganar la guerra contra el tiempo. No tengo límites de edad ni de fertilidad ni de ninguna clase de tiempo, y soy de esas personas que creen que el tiempo es el tesoro más valioso. De hecho, mi amigo el tiempo, fue el protagonista de uno de mis blogs ( http://crc-aventurera.blogspot.com/2012/01/que-verguenza-con-marthica.html ). ¡Y YO LO TENGO TODO!
Entonces adentrándome un poco mas en mis verdaderas ventajas, si encuentro al hombre de mi vida mañana o en cinco años o a los cincuenta y tantos, desde que sea quien realmente espero, vale la pena la espera, y en todo caso habré disfrutado a plenitud las mieles de la maternidad (y qué plenitud cuando le toca a uno sólo educar, decidir, solucionar, regañar, jugar… y dejemos ahí la lista porque los aburro).
Y lo más importante consiste en que ciertamente puedo decidir si desperdicio todas esas pequeñas libertades del día a día compartiendo mi vida con alguien, o si no lo hago y sigo en mi estupenda situación sentimental de “materno-soltería”, porque tengo todo el tiempo del mundo para escoger con quien desperdiciar mi libertad, alguien que no será más ni menos que exactamente quien yo escoja por las razones que el momento de mi vida en el que me encuentre decida que debe acompañarme y yo deba acompañarle.
No espero a alguien que venga solo a llenar ese lado vacío de mi cama; espero algo hasta más simple. Porque no necesito un complemento. De hecho no necesito nada. Yo nací muy completita. Solo espero a alguien que tenga sus propios sueños y respete los míos (no que haga de ellos una mofa). Que me deje apoyarlo en la consecución de esos sueños, porque así tendrá tiempo para apoyarme en conseguir los míos, y ¿porqué no? Tener un sueño juntos, uno en común.
Entonces consecuentemente con eso no espero a alguien que me necesite, sino que me prefiera frente a todas las opciones que tiene en su vida.
Si encuentro a esa persona y le doy la espalda a lo que realmente he buscado, solo ese día dejará de ser una ventaja para mí ser una madre soltera (o divorciada, o cabeza de familia, o como me quieran decir quienes se preocupan por como me dicen).
Entonces esta noche nadie me calentará los pies y tendré nuevamente esa cosquillosa incertidumbre acerca de la suerte de mi vejez y al mismo tiempo pienso que mientras no aparezca alguien digno de ocuparlo, seguiré orgullosa de ese estirado lado derecho: el lado vacío de la cama.
POR: AVENTURERA
Muy bueno Carlita, totalmente deacuerdo!!!
ResponderEliminarPero eres todavia tan joven, que tiempo hay a que aparesca ese hombre que te meresca y caliete el lado vacio de la cama, que mas vale sola que mal acompañada!!!!!!Con cualquier pelafustan!!!!! Te quiero;-)
Muy buen día Carlita.
EliminarPero hoy día ser madre soltera NO es una desventaja, es un privilegio a la libertad de expresión, el compartir o vivir con alguien es un azar, nadie te asegura que puede ser feliz, ni que clase de ser humano puede ser con el tiempo, puede ser que al final de tu vida te diga te amaba pero no era verdad; dijiste algo muy importante respecto de la pareja, cuando uno quiere construir sus sueños al lado de alguien que te ama a sabiendas de tus imperfecciones, créeme que seras muy feliz y lo más importante, que se respeten las diferencias, no hay nada más especial en la vida que lo amen a uno como es, punto, con la verdad, sentirse amado no tiene precio, es lo espiritual lo que triunfa.
Tienes mucho por recorrer, afortunadamente, y alguien que te ilumina la vida.
Abrazos.