EL RATITO DE OCIO

Rara vez escribo a deshoras. Pero algunos días como hoy en los que me encontré en mi cama sin nadita que hacer, entonces me pregunté si es que tengo la vida tan resuelta que puedo ponerme la pijama a las siete y media de la noche, meterme a la camita a las ocho, y ya… sin más ni más mirar al techo a ver si me quedo dormida. 

Y no es que yo esté en contra de los ratos de ocio, no señor, yo creo que son muy necesarios, pero solo cuando realmente los necesitamos, valga la redundancia. El ocio puede ser un defecto para estancarse, y puede ser también una cualidad cuando se usa proactivamente en lograr fines no remunerados.

Así que me levanté a escribir.

Bueno, la verdad es que bajé a fumarme un cigarrillo (porque abogado que no fume es uribista, aunque hay algunos tan malos tan malos, que tienen los dos defectos, yo solo fumo) y a darle gracias a la vida porque ¡no la tengo resuelta! Gracias porque tengo todos los días motivos para levantarme y llegar un poquito más lejos. Porque puedo mirar más allá, disfrutar lo que ya tengo (que tengo mucho) y pensar en cómo puedo hacerlo mejor. 

Mucha gente, además de desperdiciar sus ratos de ocio, se mete a la cama a mirar al techo y a esperar a que llegue mañana algo que los haga realmente felices, sin entender que aquí y ahora tienen lo único realmente importante que es la vida ¿qué más que eso? ¿QUÉ MÁS QUE ESO?

Se nos ha vuelto difícil con la velocidad del mundo disfrutar de lo elemental: de la familia, de los amigos, de nosotros mismos.

Y para no hacer esto tan largo, y que me entiendan la idea, los invito a que vean esta intervención del Presidente de Uruguay en Rio de Janeiro, ya hace unos meses. 

Les quito solo diez minutos de su apreciado tiempo, aprovechen su ratito de ocio.

Qué le vamos a hacer, hoy me cogieron trascendental y bien cursi para rematar.

POR: AVENTURERA

 

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