UNA DE ESAS DECLARACIONES DE AMOR...


De pronto el tiempo comienza a pasar y a consumirse rápidamente, por una razón tan llana y simple que es el hecho de que estar al lado de quien se ama lo convierte todo en algo entretenido. Empieza uno a preguntarse por qué el tiempo pasa tan rápido sin poder disfrutárselo lo suficiente, sin exprimir de cada momento hasta la última gota de sabor a amor que podría extraerse de él.

Puede uno perderse profundamente en los análisis acerca del porqué se ha enamorado de él (o ella) y hay mil respuestas sobre sus bondades: es que nos entendemos, es que nos deseamos, es que nos complementamos… pero llega un momento en que uno se da cuenta de que esa situación podría presentarse con cualquiera, así que dejo de preguntarme estupideces porque no quiero nada con cualquiera, sino sólo con él (o ella). 

Cuando menos me di cuenta comenzamos a tratarnos como si nos perteneciéramos, porque nos gustaba pensar en el hecho de que lo que construíamos era un hogar, y yo pensaba todos los días: soy afortunada porque veo en sus ojos que quiere pasar el resto de sus días conmigo.

Eso se nos vuelve siempre en contra: creer que quien tenemos a nuestro lado, ya ha dado por seguro que estaremos en su vida para toda la vida, y por esa razón ha caído en el odioso juego de no ceder ninguno de sus haberes por creer que no es necesario, por creer que yo ya no me iré nunca, y enceguecido por el hecho de creer que perderme no es una opción, comienza a quedarse dormido en mi regazo, pensando que con estar a mi lado es suficiente, pensando que simplemente ya se está ahí y nada podrá cambiar eso, sin darse cuenta de cómo empieza a incomodarme esa cabeza ahí recostada que descansa y descansa inconsciente de que tal vez yo también quiera descansar, y de que tal vez yo también quiera estar segura de que ya lo tengo y por eso nunca se irá, pero no. Yo tengo que seguir sentada muy derecha prestando mi regazo para garantizar que él se quede. 

Entonces a la larga, me quedé pensando y dije: “no puede ser que su falta de iniciativa determine mi destino”, así que tomé fuerzas desde muy adentro y la valentía que años de tradición no han permitido que se rompa para ser la pionera de esta hazaña, y le dije: “amor mío, ¡quiero casarme!”. Él me respondió sin pensarlo y en un tono casi inocente: “¡claro mija! Cásese fresca que yo le regalo la nevera”.

Dedicado a mi querida amiga D.D., quien ha sido la coautora de esta gran hazaña.

POR: AVENTURERA

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO TE AVISO

MI DEPRESIÓN Y YO

¿PORQUÉ ME DEJÉ VER LOS CUCOS ANTES DE TIRARME POR EL RODADERO?

VALÓRATE UN POCO

YO NO ME HARÍA LA KERATINA