TRES RAZONES CRUCIALES PARA NO BORRAR A SU EX DE LOS CONTACTOS
A mí las tusas me dan con todas las de la ley:
inmediatamente me doy cuenta de que estoy entusada entro en llanto
incontrolable. Luego me doy cuenta de que puedo seguir llorando durante horas, días,
meses y tal vez años y no por eso el mundo va a dejar de girar y las lágrimas
tampoco harán que volvamos. Así que me las limpio, me fumo un cigarrillo que me
controle la ansiedad y comienzo a llamar a mis amigas - que salen siempre
corriendo en mi auxilio y jamás me defraudan -.
Compro ropa en cantidades alarmantes porque las salidas lo
ameritarán y también me sirve de ansiolítico. Comienzo a salir a cuanto plan me invitan seguida y sistemáticamente, y cuando estoy en la
cumbre de la borrachera… ¡¡¡¡¡TA – TAAAAAN!!!!! SÍ SEÑORES! Llamo al susodicho
a decirle que lo amo y que la vida sin él es una mierda. Cuelgo. Lo llamo de
nuevo y le pido disculpas por el malentendido, y le digo que lo que realmente
quise decir es que la vida con él es
una mierda. El orden de esas dos llamadas puede variar.
Dejo de comer durante
días y bajo varios kilos en pocas semanas, así como me da un día por empacarme
todo lo que aguarda en la nevera y termino con indigestión, llorando para
variar.
Alguna vez tuve Black-Berry y le pedí un día encarecidamente
a una de mis amigas que me cortara los dedos, porque me iba a enloquecer con la
indiferencia de aquel personaje que me había dejado, y en mi locura de
averiguar por qué él hacía algo tan cruel, yo le mandaba mensajes cada 20 minutos.
Esa situación perduró casi por una semana. El día tiene 24 horas, es decir, en
un día caben 72 periodos de 20 minutos, multiplicados por siete días de la
semana… Pude haberle enviado 1440 mensajes aproximadamente. Pobre tipo.
Vienen los días de ataques de indiferencia, pero nada… Llega
el sábado con dos o tres copas de vino y caigo por lo menos en el mensaje de
texto. Nunca delante de mis amigas para evitar la dolorosa escena en la que me
decomisan el celular y me mandan incomunicada a mi apartamento, o me dicen que
esta vez sí van a hacerme caso y de pronto son benévolas y no me cortan los
dedos, pero están dispuestas por lo menos a partírmelos.
Pero si… siempre caigo. Y al día siguiente me arrepiento y
me hago un lavado de cerebro para que esta escena tan bochornosa no vuelva a
repetirse, pero después en algún lapsus llega a mí una señal que me convence cien por ciento de que acosarlo con llamadas
y mensajes es la mejor decisión que puedo tomar en ese momento. Creo que a ese
tipo de señal se le llama borrachera.
Tampoco lloro delante de la gente. Siempre he creído que es
caer en el hueco más profundo y poner en riesgo más de una relación. La única
vez que lo hice, porque estaba en esa onda de la espiritualidad y comenzar a
exteriorizar mis sentimientos y toda esa locura, mis amigas terminaron odiando
a mi novio con quien todo el planeta sabía que volvería. Eso se traduce en
meses de rencillas, con las que ¿quién tiene que lidiar? Este pechito.
Lo que sí nunca he hecho ha sido sacar al susodicho de mis
contactos, o dejar de frecuentar los sitios en común, por varias razones:
1.
Si el sitio en común es el trabajo, te jodiste.
No voy a renunciar por ti.
2.
Tengo pesadillas con mi ex diciéndole a los
amigos: está tan mal que me sacó del facebook para no atormentarse al saber de mí. Igual con los contactos de
mensajería y de todas las redes de comunicación.
3.
Misma circunstancia con el número de teléfono
móvil, porque el día en que usted se emborrache y no lo llame, sabe que la
prueba está superada. Pero ¿cómo saberlo si ha borrado el número? El verdadero
reto está en tenerlo ahí y no buscarlo.
4.
Y la cuarta y más importante: qué tal que un día
de soledad y desesperación lo llame, y él conteste, y quiera volver?
La cuarta es un sarcasmo. Por eso no está incluida en el
título. No es real. ¡NO VA A VOLVER Y MENOS CON UNA VIEJA LOCA QUE LO ACOSA!
Lo que si creo fehacientemente es que es una realidad que la otra persona sigue
haciendo parte del mundo de los vivos, que está ahí en las redes sociales, en
el teléfono, en la oficina, y la vida de todos continúa, y borrarlo de todas
partes es como hacerse un pajazo mental auto - convenciéndose de que el otro
murió o algo parecido… La gente sigue ahí y puedo mañana entonces encontrármelo
en la calle y me dará un patatús, reaccionaré como una loca desenfrenada, como
quien ha visto a un fantasma. Tal cual.
Ahora, si me roban el celular o algo por el estilo y pierdo
todos mis contactos, pueden tener la certeza de que no voy a buscarlo para que
me reenvíe su número, ¿no?
POR: AVENTURERA
buenisimo todas hemos pasado por ahí
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