MI DEPRESIÓN Y YO
La gente se asusta cuando naturalmente confieso que sufro de trastorno depresivo. Y entiendo: primero, porque la depresión es un trapo sucio, es decir, debe lavarse en casa y se considera pecado secarle al sol. Y de otro lado, no es un secreto que existen estigmas sociales negativos sobre los trastornos psiquiátricos, y por tanto sobre quien los padece. También es complejo para muchos entender que, el hecho de estar oficialmente diagnosticada, no significa que mi estado habitual sea estar deprimida.
Entonces pasa, y pasa mucho que, la mayoría no entiende la enfermedad. Incluso quienes están más cerca de nosotros, asocian depresión con debilidad, con malos momentos, hasta con tusas, y aún queriéndonos se refieren a quienes la padecemos como personas débiles que solo vemos el lado negativo de las cosas, o como “los raritos”.
Mi depresión me acompaña desde la adolescencia. No sabía su nombre, pero era mi compañera, mi sombra. Gravísimo. Si hubiera sabido su nombre tal vez hubiera sido un poquito más feliz. Pero la gente siempre mira al adolescente tan en menos, que nadie se dio cuenta.
Me enseñaron que era normal que me sintiera como una incomprendida. Era normal que yo sintiera que el mundo estaba confabulado en mi contra, que repentinamente me aislara y no fuera capaz ni de saludar al vecino por temor a delatarme, por temor a que descubriera el demonio que me habitaba (y que me habitará siempre).
Y por supuesto, había que guardar los parámetros de la normalidad. Era una adolescente normal y si me emborrachaba eso también era normal: como cualquier adolescente que prueba cosas, que quiere sentirse grande, que quiere llamar la atención. Tuve siempre atascado en la garganta el hecho de que realmente lo que esperaba era que se me durmiera el cerebro, y que el universo que gira a la velocidad de la luz dentro de mi cabeza, parara por un momento. Y pasó. Pero el alcohol es traidor, y la depresión al día siguiente es mucho peor.
Era una adolescente “rarita”, y dijeron que se me pasaría. Y lo que sucede es que uno se acostumbra a vivir así: creyendo que es normal ir por la vida sin que esas pequeñas cosas que alguna vez nos hicieron felices, ya no nos motivan en absoluto.
He llorado desde lo más profundo de mis entrañas pidiendo al universo ser “normal”. He sufrido enfrentamientos dolorosísimos por sentir diferente. Porque es que no siento como los demás. Muchas veces siento más y otras, el universo me es infinitamente indiferente.
He vivido silencios más dolorosos aún por intentar encajar. Nunca pasó. Nunca va a pasar. Y me costó romperme el alma aceptar eso: romperme el alma de saber que nadie nunca entenderá como es vivir con esa sombra dentro de mí; romperme el alma de saber que, aunque esté bien, siempre estaré en riesgo de caerme de nuevo, y mientras esté de pie tengo la responsabilidad de ser feliz, más que los “normales”.
Con los años lo acepté. Y con más años ahora abrazo mi condición porque gracias a ella he tenido siempre una perspectiva particular sobre lo que me rodea y sobre la vida misma. Y después de curarme el alma rota, es bonito saber que por eso vivo cada día más intensamente que la mayoría. Es bueno saber que yo, soy yo completa, no soy yo sin mi condición, y eso me hace los días considerablemente más felices.
Mi depresión y yo lo invitamos hoy, a usted, el “normal”, a que no trate de entendernos, no cuando estamos en crisis. Y como a cualquier asmático al que cuando se le cierran las vías respiratorias se le pasa el inhalador y no se le culpa, ayúdenos mejor a seguir respirando. Normal.
POR: AVENTURERA
Te entiendo y te acompaño a la distancia.
ResponderEliminarNo entiendo a los que juzgan y se alejan.
SON DESALMADOS.
Pero que no olviden que
TODO VUELVE
Escribir sobre ello es muy liberador y la comedia es el lugar para los incomprendidos o los que no encajan. Tu amigo, Reuben.
ResponderEliminarAunque se lo difícil que es la depresión, cuando está dormida podemos ver los colores y seguro los vemos con muchas más ganas y admiración que los normales. Tener depresión es como tener el poder de seguir con vida para disfrutar al máximo cuando hay calma...
ResponderEliminarGracias por compartir esto.
Me encanta ser rarita! Y ser rarita con alguien como tu!
Aunque se lo difícil que es la depresión, cuando está dormida podemos ver los colores y seguro los vemos con muchas más ganas y admiración que los normales. Tener depresión es como tener el poder de seguir con vida para disfrutar al máximo cuando hay calma...
ResponderEliminarGracias por compartir esto.
Me encanta ser rarita! Y ser rarita con alguien como tu!
Hola, al leerte es como si lo hubiese escrito yo!! un abrazo
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