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Mostrando entradas de junio, 2012

VALÓRATE UN POCO

“Valórate un poco” me decía mi mamá cuando le demostraba a mis noviecitos en la adolescencia que los quería. Que en todo caso yo era media morronga, entonces las demostraciones tampoco es que fueran nada del otro mundo. Se ponía furiosa porque en vez de esperar a que mi noviecito me llamara, yo lo llamaba apenas llegaba del colegio a contarle como me había ido. Ella siempre me decía: “hazte desear: no lo llames, deja que te llame; no vayas a su casa, deja que él venga a visitarte; no lo tomes de la mano, que él sea el que tome la tuya; no esto, no lo otro, y lo otro, y no, y no, y no…” Sé que eso fue lo que le enseñaron a ella que está bien, pero yo confieso que nunca lo entendí y para mí sigue siendo un paradigma bien complejo. ¡OMG! No entiendo a los hombres. Independientemente de que no haya dado con el ‘porqué’, con el paso de los años si me di cuenta de que ponerle dificultad a las cosas los atrae ostensiblemente y puede hacer que se queden por más tiempo al lado de una muje...

CAMBIO ZAPATOS ALTOS POR HOMBRE SENSATO

Los tacones altos convierten todo en un evento, y mientras más centímetros tengan y más reducido sea su diámetro, nos hacen ver más bonitas. Bueno, y si usted es como yo: chichón de piso, terminan siendo un accesorio vital, no para verme más bonita, sino para verme. Entonces cuando descubrí los tacones tenía trece años. Eran negros, de amarrar, anchos en la punta y con costuras blancas. Conocidos en el mercado como “zapatos de bruja”, tendrían cinco centímetros de tacón a lo mucho, y una plataforma delantera de un centímetro, más o menos. Al diámetro del tacón le pongo… tres centímetros. Hoy los describo y son ¡papitas! Pero en esos días con mis amigas, porque todas teníamos los mismos zapatos, los apodamos “los ampolleros”, caminar con ellos desde la entrada de mi cuarto hasta la puerta de la casa aeguraba tener ampollas toda la semana. Íbamos a cine con los ampolleros, a comer helado con los ampolleros, a las minitecas a bailar con los ampolleros. Aprendimos a vivir la vida subid...

VISTIENDO SANTOS

Venía estrenando mi carrito, obviamente con gafas oscuras y la radio encendida a todo volumen oyendo emisora bogotana cantando a grito herido (me sentía súper play) y sonó esa canción, ¡esa canción! “Las mujeres se casan siempre antes de treinta, sino, vestirán santos, aunque así no lo quieran” – Pies Descalzos – Shakira Mebarak. Han pasado más de quince años desde que ese álbum salió al mercado, y todavía me dan ganas de bolear mecha cuando escucho cualquiera de sus canciones. Cuando esa canción estaba de moda era toda mi rebeldía y mi pasión adolescente hecha música. Esa letra me parecía lo máximo, porque como que cuestionaba la validez de bastantes ideas pendejas que le metían a uno en la cabeza en el colegio, en los medios y a algunas hasta en la familia… Criar muchachitas para casarse, bordar, cocinar, ir a la universidad bien vestida para conseguir marido y competir con sus amigas amas de casa por el tiempo que demora cambiar un pañal, era educarlo a uno en valores. Hoy en día ...

ROSA ELVIRA:

Por donde empezar. Soy de esas personas que trata de sacar lo bueno hasta en las peores situaciones. Y hoy tengo miles de ideas rondando mi cabeza en torno a lo que te pasó. Pero todas son negativas. Trato de ponerlas en orden, juntas, separadas, revueltas… y no logro impulsar nada positivo a través de esto. No lo logro, Rosa, no lo logro. Una sola lucecita que pueda mostrarme alguito bueno… Pero alrededor solo hay ideas oscuras y confusas… dolorosas... No voy a negarte que ver como mas de cinco mil personas se reunieron este domingo para manifestar el rechazo a lo que te pasó, me enorgullece, sobre todo aquí que ante las peores masacres hemos sido tan indiferentes. Pero no, Rosa, nada de eso justifica tu sufrimiento. Ese día mientras yo buscaba un suéter para combatir el helaje de la madrugada, tú estabas a punto de quedar inconsciente, entre otros, por la hipotermia, y tal vez pensando en si llegaría ese momento en que la tortura acabara. Tan desbaratada que ni siquiera podías e...

ES OFICIAL.

Es oficial: hasta para la familia tengo novio. Me moría del pánico de contarle a este grupo de viejitas conservadoras, primos ñoños y señores neuróticos, miembros de mi familia (que saben que a todos los quiero un montón, valga la lambonería, porque parece que algunos me leen), que pues sí, tengo novio, y ¿qué? Iba decidida al enfrentamiento: reunión familiar con todos los juguetes, invitado hasta el gato… y con una asistencia que sobrepasaba por bastante el quórum, si alguien me preguntaba por mi vida sentimental no tendría escapatoria. Me iban a arrinconar. Por fortuna, el susodicho se encontraba en viaje de negocios, entonces sería yo sola quien debería enfrentarlos a todos sin que él pasara por ese nefasto episodio. Y no se para qué le doy tantas vueltas a esto. Pasó lo que pasa en todas las familias: unos me hicieron mala cara, otros le pusieron apodos de una vez, algunos me felicitaron por darme la oportunidad de ser feliz, y otros más conservadores se alegraron de que no a...